Donde hay amor, Dios está ahí

PERSONAJES
NARRADOR
JUAN
VOZ
BARRENDERO
MUJER
NIÑO
VENDEDORA
NARRADOR. En un pueblo pequeño de nuestras Misiones, vivía un viejo zapatero, muy querido y honrado por sus vecinos, que lo apodaron Don Juan. Una vez, en una víspera de Navidad, don Juan estaba sentado en su pequeña zapatería y leía en la Biblia la historia del nacimiento de Jesús.
JUAN. Si mañana fuese la primera navidad y Jesús naciese aquí, yo sé lo que le regalaría. Yo le daría estos zapatitos, los mejores que hice hasta hoy.
(Juan apaga la vela, y se dispone a dormir. De repente oye una voz.)
VOZ. Juan.
JUAN. ¿Qué pasa?
(Va hasta la puerta pero no ve a nadie. Intenta dormirse nuevamente.)
VOZ. Juan, Juan. Mañana pasaré por tu puerta. Si vos me ves venir y me invitas, entraré a tu casa y me quedaré con vos.
(Don Juan permaneció unos segundos espantado y se levantó en la mañana. Tomó su desayuno y comenzó a trabajar en la zapatería con los pensamientos dirigidos a lo que sucederá a lo largo del día.)
JUAN. ¿Qué fue lo que pasó anoche? ¿Fue un sueño, o realmente escuché una voz?
NARRADOR. A través de la ventana de la oficina, Don Juan observaba a todos los que pasaban por el camino. De repente, vio aproximarse al barrendero de las calles, que paró ante la ventana de su negocio y se frotaba las manos para calentarse un poco.
JUAN. Es un viejo que no tiene más fuerzas, apenas puede juntar la basura. ¡Pobre hombre! Le voy a ofrecer una taza de te, así se calienta un poco.
(Juan deja de hacer una costura, abre su ventana y le hace señas al barrendero para que entre.)
JUAN. Entre, venga a calentarse un poco y tome una taza de te bien caliente. Siéntese, aquí.
(Mientras Juan le ofrece el te, pega una miradita por la ventana esperando ver algo.)
BARRENDERO. Don Juan, ¿usted está esperando a alguien? ¿Por qué está mirando tanto para afuera?
JUAN. Para decirle la verdad, sí. Quiero decir, estoy y no estoy esperando a alguien. Anoche, cuando dormía, escuché algunas palabras. Tal vez soñé, tal vez no... Oí una voz que me decía: “Juan, Juan, mañana pasaré por tu puerta. Si vos me ves y me invitas, entraré en tu casa y me quedaré con vos”. Pero hasta me parece una tontería, y en todo momento estoy esperando a mi huésped divino.
NARRADOR. El hombre escuchó aquellas palabras y sus ojos se llenaron de lágrimas. Después se levantó agradeció por la hospitalidad y se despidió.
BARRENDERO. Muchos gracias, don Juan, por haberme invitado a entrar en su casa y haberme servido un te. Ahora me siento mucho mejor y con nuevas fuerzas.
JUAN. Vuelva siempre, será bienvenido.
(Se sentó en la ventana para continuar con su trabajo pero siempre echaba una miradita hacia fuera)
NARRADOR. Una hora después, Don Juan vio una mujer muy mal vestida, con una pequeña criatura. Ella se detuvo en la puerta de don Juan para refugiarse del viento frío que soplaba a la mañana temprano. El corazón del viejo zapatero se conmovió y rápidamente abrió su puerta.
JUAN. Señora, entre, por favor, que aquí adentro está calentito. Y de paso descanse un poco. Usted parece que está enferma, está pálida. Siéntese que le preparo algo calentito para comer y tomar. Su hijito debe tener hambre.
(La mujer comió y bebió y le contó su historia.)
MUJER. Estoy camino al hospital y espero que haya lugar para mí y para mi hijo. Soy viuda y estoy enferma y sin dinero.
JUAN. Pobre criatura. Déjeme servirle una taza de leche calentita. ¡Qué carita linda tiene! Pero... ¿Por qué no le puso zapatos con el frío que hace?
MUJER. ¡No tengo zapatos para ponerle!
JUAN. Entonces él va a tener este hermoso par de zapatitos que terminé hoy. Son los zapatitos más lindos que hice hasta ahora. Yo se los iba a poner al niñito Jesús si hoy fuese la primera navidad y Jesús hubiera nacido aquí.
MUJER. (Emocionada.) Don Juan, yo le agradezco en nombre de Jesús. Dios le pagará toda su bondad. Realmente fue Dios quien me mandó aquí y que lo llevó a mirar a usted por la ventana.
JUAN. No fue sin razón que yo miré por la ventana (Le cuenta su sueño...)
NARRADOR. Después que la mujer se retiró, Don Juan comenzó nuevamente su trabajo. Trabajaba sentado en su banquillo, y no dejaba de mirar por la ventana. Pasaba gente conocida y desconocida, pero él no notó nada especial.
(Don Juan ve una hermosa vendedora por su ventana. La mujer llevaba una canasta con tortas. Ella puso el canasto en la vereda para descansar un poco. De repente. Un niño salió de la nada, agarró unas tortas y salió corriendo. La mujer reacciona rápidamente y lo toma de un brazo y luego del otro. El niño comienza a gritar y la mujer le recrimina por las tortas robadas.
Don Juan sale corriendo de su zapatería mientras toda esta escena continúa. La mujer dice que lo llevará a la policía.)
NIÑO. (Gritando.) ¿Por qué la señora me grita así y me agarra tan fuerte? Yo no robé. (Don Juan intenta separarlos.)
JUAN. Déjelo señorita, y perdónelo, en nombre de Cristo.
VENDEDORA. Mi perdón será darle un castigo que le servirá de lección para toda su vida. Voy a llevar a este atorrante a la policía.
JUAN. (Suplicando.) Déjelo, señorita. Él no va a hacer más eso. Por favor, déjelo.
(La mujer lo suelta. El niño quiere huir, pero Juan lo retiene.)
JUAN. Usted tiene que pedirle perdón a la señorita y prometer que no robará más.
(El niño llorando pide perdón. Juan toma una de las tortas y se la da al chico.)
JUAN. Esta torta es para vos. (A la señorita.) Yo le pagaré a usted esta torta.
VENDEDORA. ¿Por qué usted protege a un muchacho que es un ladrón? Es necesario castigarlo para que se acuerde de eso, por lo menos una semana.
JUAN. Mire, señorita, desde el punto de vista humano tal vez sea justo castigarlo, pero ésta no es la voluntad del Señor. Él nos mandó perdonar a los culpables.
(La señorita toma su canasta y se va, pero el niño corre hacia ella.)
NIÑO. Señorita, deje que le ayude a llevar este canasto hasta su casa. Yo voy por el mismo camino.
NARRADOR. La mujer se conmovió y ambos se pusieron a caminar. El zapatero se quedó mirando a los dos cómo se iban conversando. Juan retornó a su lugar de trabajo y seguía mirando por la ventana hasta la nochecita. Muchas personas pasaron por el camino, y muchos necesitados recibieron su hospitalidad. Con todo esto, el esperado huésped divino no apareció. Y comenzó a anochecer...
JUAN. Y bien, el día está llegando a su fin. Nada especial sucedió. Ahora necesito preparar la zapatería para mañana (se saca el delantal, guardas las herramientas y barre un poco el piso).
Estoy teniendo un poco de hambre (Se prepara algo para comer, saca la Biblia. Abre y comienza a leer. Piensa un poco y recuerda la visión que tuvo la noche anterior.)
VOZ. Mañana pasaré por tu puerta. Si vos me invitas, entraré en tu casa y me quedaré con vos.
NARRADOR. Don Juan tuvo la impresión de notar un movimiento detrás de él. Como si alguien viniese en su dirección. Miró a su alrededor, y vio en una esquina sombras que parecían figuras... Figuras de personas de pié (el barredor, la señora con su hijo, la vendedora y el niño.)
VOZ. Don Juan, Don Juan, ¿usted me conoce?
JUAN. ¿Quién es usted?
VOZ. Yo mismo, heme aquí, soy yo.
(Aparece el barredor sonriendo y desaparece, Pausa, música clásica de fondo.)
VOZ. Heme aquí, soy yo. (Aparece la señora con su hijo y ambos sonríen y desaparecen, música de fondo.)
VOZ. Heme aquí, soy yo. (Aparece la vendedora y el niño quien tiene una tortita en la mano. Ambos sonríen y desaparecen. Música de fondo.)
NARRADOR. Don Juan sintió una gran alegría. Se puso sus anteojos y comenzó a leer la Biblia en el Evangelio de Mateo 25:41-42 donde el Señor Jesús dice:
JUAN. “Yo estaba con hambre y ustedes me dieron de comer, yo estaba con sed y ustedes me dieron de beber agua, yo no tenía lugar y ustedes me recibieron en sus casas, yo estaba desnudo y ustedes me vistieron, yo estaba enfermo y ustedes me cuidaron, yo estaba apreso y me fueron a ver”.
NARRADOR. Leyendo este texto don Juan tenía la certeza de que el sueño no era un engaño, el Señor realmente había estado en su casa y él le había dado un lugar donde quedarse.
Share:

ALPHA 2018

http://kaitect.com/18MA



Share:

Bajo Las Estrellas



Bajo Las Estrellas
Tiempo:
 12 Minutos y 8 Personajes + Extras.
Resumen: La estrella de Belén en tiempos de Jesús y tiempos modernos. Narra el nacimiento de Jesus en Belén, combinado con escenas actuales en una ciudad, que intentan mostrar el verdadero significado de la Navidad.

PERSONAJES

BETTY
SAMUEL
SABIO 1
SABIO 2
SABIO 3
HERODES
ELISABET
JOSÉ

PRIMER ACTO - EN LA CIUDAD DE DAVID

PRIMERA ESCENA

(El cuarto del trono en el palacio de Herodes. Él está sentado en el trono rodeado de sus asistentes. A un lado del cuarto están Elizabet y Samuel cuchicheando.)

ELIZABET. ¿Por qué hay tanto alboroto, Samuel? Dime pronto, antes de que me envíen a otro trabajo.

SAMUEL. No creo que te envíen a otro trabajo pronto, Elisabet. La corte está muy interesada en ver lo que está pasando aquí. ¿Te acuerdas de esa estrella tan brillante que vimos anoche?

ELISABET.
 ¡Oh, sí, Samuel! Todo el mundo se pregunta su significado. ¿Ya saben lo que significa?

SAMUEL. Sí, uno hombres sabios han llegado hablando sobre eso. Parecen reyes extranjeros. ¡Aquí llegan!

(Los hombres sabios entran al cuarto y caminan hacia el trono de Herodes.)

HERODES. Bienvenidos a Jerusalén. Hemos estado preocupados por la presencia de la estrella brillante. ¿Nos podrían decir su significado?

SABIO 1. La estrella nos ha guiado desde nuestros lugares en el este. ¿Dónde está el que es nacido rey de los judíos? Es su estrella la que hemos visto y hemos venido a adorarle.

HERODES. Hemos llamado a los sacerdotes y escribas y se han reunido. Ellos dicen que este llamado rey debe nacer en Belén. ¿Qué nos dijiste, Sadoc?

SADOC. (Dando un paso al frente.) Así está escrito por el profeta: “Saldrá estrella de Jacob y levantarase cetro de Israel...”

HERODES. ¡Ah! Yo ya reino sobre Israel. ¿Quién es este que ha nacido? ¿A qué hora dicen que vieron la estrella?

SABIO 2. Hace muchos meses apareció la estrella y nosotros la vimos. Hemos estado siguiéndola por mucho tiempo. Iremos a Belén.

HERODES. Vayan, y busquen diligentemente al niño. Cuando lo encuentren, envíenme un mensaje. Yo también iré a adorarle.

(Los hombres sabios hacen una reverencia y dejan el lugar.)

ELISABET. ¿Crees ya que es el tiempo que el prometido haya llegado?

SAMUEL. Si es así, Herodes tratará de deshacerse de él. Eso de ir a adorarle es una mentira. Herodes nunca haría tal cosa.

ELISABET. Herodes ha estado preocupado estos últimos días desde que apareció la estrella. Se puede notar. Y si es otro rey, no lo soportará. A él no le importa el derramamiento de sangre.

SAMUEL. Eso es cierto. Cualquiera que se atraviesa en su camino… (hace un ademán con la mano como de cortar el cuello). Elísabet, estaré ausente por uno o dos días.

ELISABET. ¡Samuel! ¿A dónde vas? ¿Tienes permiso?

SAMUEL. No, ni se darán cuenta en todo este tumulto. Voy a seguir a esos hombres sabios. Tengo que apurarme. (Habla rápido.) Es probable que ellos hayan salido ya. Tú vigila lo que sucede aquí, Elísabet. Te traeré el resto de las noticias. (Sale corriendo de la escena.)



SEGUNDA ESCENA

(Un cuarto de piedra en Belén. María cargando al bebé está sentada en una silla cerca del establo. José está sentado en una tabla, lee en voz alta del libro Isaías.)

JOSÉ. María, estas son las palabras del profeta Isaías: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro; y llamarase su nombre Admirable,
Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

(Se escucha un golpe en la puerta. José se levanta y abre. Se hace para atrás al entrar los hombres sabios y arrodillarse delante del bebé. Samuel aparece en la puerta. Se queda allí observando silenciosamente mientras los hombres sabios ofrecen sus regalos uno por uno al niño. Ellos hacen una reverencia y después salen del lugar. Samuel desaparece de la puerta antes de que ellos salgan.)



TERCERA ESCENA

(El cuarto del trono en el palacio de Herodes. Elísabet y Samuel a un lado Tres días después.)


ELISABET. 
¡Samuel, estás de regreso! No había ningún niño, ¿verdad?

SAMUEL. ¿Por qué dudas, Elísabet?

ELISABET. Los hombres sabios nunca regresaron. Ellos no encontraron a ese nuevo rey.

SAMUEL. 
Sí, sí lo encontraron, Elísabet. La estrella los guió directamente a la ciudad de
David. Ellos encontraron al niño en Belén. Yo los seguí hasta allí. Me paré en la puerta y vi cómo se inclinaban ante el niño. Tenían regalos costosos: oro, mirra e incienso. Ellos se arrodillaron y adoraron.

ELISABET. 
¿Tú crees que el es el nuevo rey?

SAMUEL. Sin duda alguna. Yo seguí la estrella al igual que los hombres sabios. Los guió directamente hasta su puerta.

ELISABET. Pero los hombres sabios nunca regresaron.

SAMUEL. Eso es, Elísabet. Algo sucedió que los hizo cambiar. Quizás ellos supieran que él no quería localizar el niño para adorarle. Yo los vi salir de Belén por otro camino. Ellos conocen la importancia del niño, no lo van a entregar a Herodes.

ELISABET. Espero que no. Pero Herodes se ha ido enojando cada día más. Mírale cómo
está ahora.

HERODES. ¡Esos tontos! Se han burlado de mí. Quizás no haya ningún niño. Pero, ¿y si lo hay…? Yo lo encontraré. Nadie me quitará el trono. Hombres sabios… Una estrella… Un nuevo rey… ¡Bah! ¡Qué mentira! ¡Guardias! Ordenen al ejército que mate a todos los niños de dos años para abajo. Limpien a Belén y sus alrededores. No dejen uno vivo. Eso dará con él también. ¡Así lo mataré a él!

(Los guardias salen del salón.)

ELISABET.
 (Con mirada de terror.) ¡Samuel! Eso es lo más horrible que he escuchado. Fue horrible cuando mató a su esposa e hijos… Pero bebés pequeñitos, inocentes... Y al nuevo rey también. ¡Oh, qué terrible!

SAMUEL. Si este bebé es el rey, y yo estoy seguro de que sí lo es, Dios lo cuidará. Él es el don de Dios para nosotros, Elísabet. Esa estrella era una señal del maravilloso regalo. Él ha llegado y todo el ejército de Herodes no lo podrá destruir.

ELISABET. Si todo lo que dices fuera cierto…

SAMUEL. Estoy seguro de que es cierto, Elísabet. Yo lo vi ahí, bajo la estrella en la ciudad de David.




SEGUNDO ACTO - EN LA CAPITAL


PRIMERA ESCENA

(Bajo un árbol de navidad en el centro de la ciudad. Betty y Samuel están debajo del gran árbol. Las personas van de un lugar a otro comprando regalos de navidad. Todos andan apurados. Al atardecer, en vísperas de navidad.)

BETTY. 
La capital es un lugar raro, Samuel. ¿Qué significan tantas carreras?

SAMUEL. 
El tío Manuel dice que siempre es así antes de la noche de navidad. Es el momento de dar regalos y de los árboles de navidad. Mira ese árbol tan grande, ¿no es hermoso?

BETTY. (Con lágrimas en los ojos.) Es hermoso pero no parece navidad. En casa en el campo, todo es tan pacífico y colmado para navidad... Los servicios en la iglesia, el coro… ¿Dónde está todo eso? El regalo más grande es olvidado.

SAMUEL. 
No es realmente olvidado, Betty. (Mira hacia arriba y ve la estrella) ¡Mira esa estrella! (La señala.)

BETTY.
 La he estado observando, Samuel. Es lo único que me recuerda la navidad. La he estado mirando todo el tiempo, en vez de ese colorido árbol.

SAMUEL. ¿Dónde crees que está? Debe estar en un edificio. Me pregunto quién la pondría allí. Vamos a ver si la encontramos, Betty.

BETTY. Sí, vamos. El tío Manuel quería que viéramos la ciudad en navidad. No quiero regresar y decirle que solo hemos estado un poco nostálgicos. Especialmente cuando él se ha portado tan bien y nos ha traído a vivir con él, ahora que papá y mamá se han ido.

SAMUEL. No será muy difícil encontrarla. Se ve allá adelante.

(Caminan hacia la estrella y salen de la escena.)



SEGUNDA ESCENA


(Interior de una iglesia. Si es posible, haga de la audiencia parte de la escena. La escena comienza, Betty y Samuel entran a la iglesia. 20 minutos después. El coro canta suavemente «Noche de Paz».)

BETTY. (Susurrando.) Es una iglesia, Samuel. La estrella nos guió hasta aquí.

SAMUEL. Sí, la estrella la tienen sujeta con un poste, bien alta.

BETTY. 
Entremos, Samuel.

SAMUEL. ¿No quieres ver más las decoraciones de navidad?

BETTY. Mejor quisiera quedarme aquí por un rato. El servicio está por comenzar. Escucha, están cantando «Noche de Paz».

(Caminan hasta el frente y se sientan.)

MINISTRO. (En el pulpito.) Nuestro texto de hoy es Mateo 2:1,2. (Lo lee todo y se sienta a un lado del púlpito).

(El coro canta: «Vamos reyes tres a Belén». Los reyes se inclinan y entregan sus regalos y dejan el lugar cuando se termina el canto.)



TERCERA ESCENA

(Vuelta a la escena primera. Al lado del árbol de Navidad. La estrella sigue brillando en la oscuridad. Unos minutos más tarde.)

BETTY. Todo parece ser diferente ahora, Samuel. Me siento mejor.

SAMUEL. Yo también, Betty. Ahora sé que ellos también recuerdan al niño Jesús y el significado de la estrella de navidad.

BETTY. ¡No es maravilloso que aun hoy en día la estrella guíe a las personas a adorarle!

SAMUEL. Tal como lo dice san Mateo: «Cuando vieron la estrella se regocijaron...»

BETTY. Casi lloraba cuando alguien me decía «Feliz Navidad». No puedo entender como se puede ser feliz en medio de este apuro. Pero ahora sí me siento feliz, Samuel.

SAMUEL. Sí, Betty, cuando recordamos el verdadero significado de la Navidad, sentimos mucha felicidad.


Share:

Bienvenidos al Rincón de Tina ( navidad)

 Bienvenidos al Rincón de Tina





Autor: Peggy Barnell, traducido por Loida Somolinos.
Tiempo / Personajes: 1 Hora y 14 Personajes + extras.
Resumen: El Rincón de Tina es un pequeño restaurante de una pequeña ciudad en el que se entrecruzarán varias historias. Un colorido abanico de personajes comparte las alegrías y las penas de cada día, en Navidad. Hay una variedad de escenas: un hombre que se acaba de quedar viudo y tiene que enfrentarse a su dolor; un pastor joven que se cuestiona si verdaderamente está haciendo el trabajo de Dios; una mujer que se convence de su relación inmoral; y, entre medio de todo esto… los cotilleos de la ciudad. PERSONAJES

TINA: Propietaria amable e inteligente del restaurante.
SAINZ: Tipo pequeño (podría ser una mujer) arisco, es el cocinero.
MARI CIELO: Camarera muy alta pero tiene temperamento y una gran actitud.
MARGARITA: Alcahueta de la ciudad y comercial de Belleza Abril (muy refinada y lleva un montón de maquillaje).
LUIS: Pastor joven de la localidad.
SARA: Mujer embarazada del pastor.
PILAR: Mujer entre los 20-40 años.
FERNANDO: Hombre un poco más mayor que Pilar.
PACO: Conductor de camión.
MIGUEL: Viudo reciente.
MADRE, PADRE, MARTA y CRISTINA: Familia detestable.

Se necesitan varias extras para que caminen por el escenario o estén sentados en las mesas del restaurante y se les sirva.


OBRA

ESCENA I

Todas las escenas son en el día presente y tienen lugar en el restaurante o justamente fuera de él. Cuando comienza la escena Tina sale para limpiar con un trapo una mesa, bajar una silla, preparar la jornada… Se da cuenta de que hay público y se gira para dirigirse a él.

TINA: ¡Ay, hola! Bienvenidos al Rincón de Tina. Este es lugar donde el café siempre está a su punto y las sonrisas son acogedoras; uno de los lugares céntricos de esta pequeña ciudad. Es el punto de encuentro de la gente de esta localidad: ya sea cuando van de camino al trabajo o de vuelta a casa. Los chavales comen aquí con sus padres, las mujeres jóvenes quedan para tomar algo, los mayores cotillean, ojean los periódicos y beben café. Las mujeres cotillean sobre los hombres, los hombres sobre las mujeres, etc... Si algo pasa en esta ciudad, alguien vendrá con el cuento aquí. Por cierto, soy Tina. De acuerdo, ya sé lo que estáis pensando. Me llamo Mónica Marquina, y no Florentina, ni Martina ni nada parecido pero cuando compré el local hace algunos años, la gente me empezó a llamar así por su nombre. La propietaria antes que yo se llamaba Tina y tampoco era su verdadero nombre. En algún lugar, hace muchos años, debió de existir una mujer llamada Antonia o Valentina o Florentina o qué sé yo, que construyó este lugar y lo sacó adelante. Desde entonces, a cada propietaria se le ha llamado Tina y a cada propietario Tino. ¡Imaginaos!

Es hora de prepararse para el día de hoy. La especialidad de esta mañana es tortilla de patata con pinchitos de anchoa. No muy bueno para la línea pero sí para mi cartera... ya sabéis lo que quiero decir. A la gente le gustan los pinchitos y también pincharse entre ellos. ¡Madre mía… la de chismorreos que pasan por aquí! Pero yo he aprendido a guardar silencio. La discreción es muy importante cuando estás en una posición como la mía.

Por las mañanas hay mucho jaleo por aquí ya que es el momento más agitado del día. (Mira su reloj) Mari Cielo y Sainz llegarán dentro de unos minutos; suelen llegar siempre un poquito antes. ¡Menudo par! Algunos días pienso que pierdo más el tiempo haciendo de árbitro que llevando este lugar. Los heredé cuando compré este local. No os preocupéis, los conoceréis de un momento a otro. Desde el día en que se conocieron siempre están como el perro y el gato. Aunque en realidad creo que se caen bien pero ninguno de los dos lo admitiría. Y después de haber trabajado juntos desde hace tantos años, creo que se necesitan el uno al otro. Pero este es un asunto que nunca trataría con ninguno de ellos. El Señor nos hizo únicos, de eso no hay duda. Trabajando en este sitio te das cuenta de la cantidad de personas diferentes que hay; cada persona es un mundo distinto. Pero basta ya de cháchara, que aún tengo mucho qué hacer. Ya hablaremos luego, ¿vale?

(Entra la gente, entre ellos Mari Cielo, Sainz y Paco. Pilar entra y se sienta sola)

(Es un buen momento para alguna canción del coro)

MARI CIELO. Marchando tres especiales: uno con huevos poco hechos, otros dos hechos por un lado, dos tostadas y no te pases con la mantequilla. Prepárame también dos unos, un cuatro y un seis con salsa extra en un lado. ¿Está el descafeinado listo? Y por cierto, ¿dónde está MI café? Ya sabes que no puedo funcionar sin café.

SAINZ. (Enfadado) Deja las notas en el clip en el orden en el que las cogiste. No soporto que empieces a gritar desde el punto de la mañana, Mari Cielo.

MARI CIELO. ¿No me has oído, SAINZ? ¿Dónde está mi café?

SAINZ. El café se está calentando y no estás manca para echártelo tú. Que estás hecha una señorona…

CLIENTA. (Llamando a Mari Cielo) Camarera, ¿me podría dar zumo en lugar de leche?

MARI CIELO. (Ignora al cliente) ¡SEÑORONA? No empecemos ya por la mañana, Sainz. Mi despertador no ha sonado y…

SAINZ. ¿Cuántas veces más vas a usar esa excusa? ¿No crees que es hora de que te compres un nuevo despertador?

CLIENTE. Perdone, ¿qué hay del zumo que…?

MARI CIELO. (Le grita a la clienta) ¿Qué? (Se da cuenta de su contestación e intenta suavizar la situación) Lo siento, señora. Naturalmente, sin ningún problema. Ahora se lo cambio. (Se vuelve y se dirige a Sainz) Y tú, enano, cállate…

TINA. (Intercede, camina hacia ella) Mari Cielo, he notado que hoy llevas un perfume distinto y no tu “Campos de Vainilla”. Parece que has cambiado algo.

MARI CIELO. (Sin mostrarse en pie de guerra) ¡Vaya! ¿Te gusta? Me ha dado por ponerme algo diferente. Se llama “Fruta cristalina de Albaricoque”. Es una de esas fragancias que me vendió Margarita.

TINA. Me gusta, es muy suave. Bueno, parece que se va a llenar el local esta mañana. (Asiente mirando a la puerta) Nuevos clientes. Los pondré en la mesa 2 y les tomaré nota. ¿Por qué no le pones esas notas a Sainz en el clip y pasas a servir a la mesa 4? (Tina se para saludar a los que acaban de entrar y le da a Paco una palmadita en la espalda) Va a ser uno de estos días, Paco, ya lo estoy viendo.

PACO. No sé cómo haces para manejar a esos dos, Tina. (Tina va a saludar y a acomodar a los nuevos clientes. Paco se vuelve hacia Sainz) Oye, Sainz, ¿ya está mi especial? Llevo algo de prisa esta mañana.

SAINZ. ¡Lo tengo ya listo! Espera que te lo llevo yo mismo (mientras le lleva lo que ha pedido) ¿Qué tienes que hacer hoy, chavalote?

PACO. Me están esperando en Madrid a las 2 porque tengo que llevar un cargamento de piezas de motores sumergibles que están esperando en una fábrica.

SAINZ. Muchacho, tómatelo con calma. Nadie en su sano juicio conduciría con este tiempo. Estos últimos días está haciendo muy mal tiempo y hay que tener mucho cuidado en la carretera. (Se vuelve y casi se choca con Mari Cielo)

MARI CIELO. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Yo soy la que sirvo las mesas y todo lo que tú tienes que hacer es estar allí detrás, en tu cuchitril, y preparar la comida.

SAINZ. Sal de mi camino, palo de escoba. (Hablando consigo mismo) No sé por qué tengo que aguantar a esta mujer – intentas hacer algo bueno y ayudar un poquito, y mira lo que consigues…

(Mari Cielo se vuelve a Paco con las manos en las caderas)

PACO. No es para tanto, Mari Cielo. Sainz sólo quería ayudarte un poco.

MARI CIELO. Sí, seguro, y una porra. Lo que pasa es que tiene envidia de las propinas que siempre me das. (Sainz se ríe entre dientes).

PACO. Tú sabes que nunca me olvido de mi camarera favorita, ¿eh?

MARI CIELO. (Le da unos golpecitos en la espalda) Paco, a veces pienso que deberías montar en un caballo blanco en vez de en ese viejo camión que conduces.

PACO. Entonces, ¿me estás proponiendo que te rapte y que te lleve a caballo en una puesta de sol?

MARI CIELO. ¡Ja, ja! (A ella le encanta esto) Mejor al alba. Teniendo en cuenta que soy más una mujer de mañanas, que de tardes o de noches… No me gustaría quedarme dormida a la primera de cambio.

TINA. (Va a saludar a un joven que acaba de entrar) ¡Buenos días! ¿Mesa para uno?

FERNANDO. (Mirando alrededor) No, gracias. Ya tengo dónde sentarme. (Va y se sienta con Pilar) ¡Hola! (Coge la mano de Pilar)

PILAR. Ya estaba pensando que no ibas a poder venir.

FERNANDO. He tenido algunos problemas al levantarme tan temprano. Lo siento.

PILAR. Está bien. Yo tampoco estoy acostumbrada a levantarme tan pronto.

MARI CIELO. ¿Qué les traigo para tomar? ¿Café?

FERNANDO. Sí, por favor. No estaría mal. Y tráigame también salchichas con huevos revueltos.

PILAR. Yo tomaré lo mismo.

MARI CIELO. ¡Muy bien! (A Pilar) Le traeré un poco más de café. Escucha, Sainz… (Se pavonea en su dirección mientras habla) Necesito dos 3 para la dos. (Deja el pedido en la rueda)

PILAR. (Mirando alrededor) Fernando, ¿qué estamos haciendo en este lugar?

FERNANDO. La última vez que nos vimos en el centro creo que nos vio alguien y no quiero que vuelva a pasar. Quiero estar relajado cuando estoy contigo.

PILAR. He tenido que conducir 45 minutos para llegar hasta aquí. Este lugar está en medio de la nada.

FERNANDO. Pues esa es la cuestión. En el medio de la nada es perfecto.

PILAR. Y, ¿cómo encontraste este lugar? ¿Has traído aquí antes a alguna otra novia?

FERNANDO. Venga… ¿cómo me vienes con esas? Tú sabes que no ha habido ninguna otra novia.

PILAR. Vale, entonces, dime…

FERNANDO. Cariño… teso…

TINA. ¿Cómo están ustedes? (Asienten y sonríen) Mari Cielo, ¿ya viene ese café?

MARI CIELO. En seguida. El desayuno estará listo en un periquete.

TINA. (Después de un incómodo silencio) Disculpen si les he molestado. Bienvenidos al Rincón de Tina. Sus puertas siempre están abiertas para todo el mundo.

PILAR. Gracias. (Pausa) He intentado hablar de esto contigo la última vez. Es que, no sé… creo que tengo algunas dudas.

FERNANDO. ¿Qué quieres decir con dudas? ¿Sobre nosotros? ¿Sobre mí? Pili, cariño, ya sé que esto ha sido duro para ti pero también lo ha sido para mí.

PILAR. Es que estoy cansada ya y muy impaciente. Cuando todo esto empezó, parecía muy sencillo.

FERNANDO. Todas las relaciones se complican un poco.

PILAR. (Enfadada) La mayoría de las relaciones no son complicadas porque uno de los dos no suele estar casado con otra mujer. (Algunas personas miran alrededor).

FERNANDO. ¡Chisss! No hables tan alto.

MARI CIELO. (Regresa a su mesa) Me he olvidado de preguntarles si querían pan blanco o integral.

FERNANDO. Integral para los dos.

MARI CIELO. Por si les interesa, el zumo de albaricoque es el mejor y además es mi favorito. ¡Sabe como hecho en casa! (Se marcha)

FERNANDO. Mira, ya hemos pasado por esto varias veces.

PILAR. Ya sé que hemos pasado por esto, pero ya estoy cansada de escuchar promesas que nunca cumples; solo palabras, palabras y no hechos. Me estoy empezando a sentir… no sé, un poco culpable.

FERNANDO. ¿Culpable?

PILAR. ¡Sí! ¡Siento remordimientos! Y no sé por qué. Al principio todo era muy fácil. Estaba tan enamorada de ti. Pensaba que eras el hombre perfecto, todo lo que deseaba. Cuando me dijiste que estabas (mira alrededor) casado, no pensé que fuera a cambiar nada. Pintaste la situación perfecta- elegiste las palabras adecuadas... Pero he visto a tu mujer – os he visto a los dos juntos y he pensado en vuestra situación… Y luego me he dicho, ¿qué hombre perfecto es éste que se va conmigo cuando está casado con otra persona?

FERNANDO. Pilar… Pili… (La coge de las manos) ésta no es una charla positiva, no nos hace bien… Yo no planeé enamorarme de ti… No planeamos esto, pero sucedió. Y pienso seguir hasta el fin, te lo prometo, pero dame un poco más de tiempo. Los cambios más importantes no suceden de la noche a la mañana.

PILAR. No sé por qué he sacado este tema. Realmente no quería hablar contigo de esto ahora mismo.

FERNANDO. Bien. Ni yo tampoco. Quiero disfrutar del tiempo que estemos juntos.

(Margarita respira profundamente resaltando su presencia)

MARGARITA. ¡Buenos días! ¡Buenos días a todos! ¡Bufff! ¡Qué frío hace afuera… pero aquí se está de maravilla! ¿Cómo va, Ester? ¡Ey, Paco! Tina, me han dicho que la tortilla de patata de hoy está deliciosa. Ya sabes cómo me encanta… Oye, Mari Cielo, te he traído el perfume que me pediste. Susana, saludos por allí. ¿Cómo está tu marido? He oído que tiene la gota. ¡Ay, pobrecillo! Ya sé lo doloroso que es. Jorge, ¿qué tal hoy? Me alegro de que no tengas que estar ya en el hospital con esa neumonía. Escucha, la línea de Vitaminas y Cosméticos Belleza Abril que vendo, tiene un suplemento que reforzaría tus defensas. Piénsatelo. Mari Cielo, ¿dónde está mi…?

MARI CIELO. (Le pone el café a Margarita) ¿Café? Está aquí, Margarita. Con nata y un montón de azúcar, como a ti te gusta.

MARGARITA. Gracias, Mari Cielo. Eres un cielo. Aquí tienes el perfume que me pediste, “Gotas de rocío de cactus salvaje”. ¿Te he dicho que con tu próximo pedido, superior a 20€ o más, de la línea de productos de Belleza Abril, recibirás un set de maquillaje gratis que está valorado en 25€? Aquí tienes el catálogo. (Sainz sale para coger el café) ¡Ey, Sainz! ¿Cómo está mi cocinero favorito? (Sainz la ignora) ¡No te olvides de la oferta del producto que te comenté el otro día. (A Mari Cielo) La vecina de Sainz me dijo que una de sus hijas no había llegado a casa a las 2 de la madrugada el fin de semana pasado y que estuvo riñendo con su mujer durante una hora hasta que la chica llegó a casa.

MARI CIELO. ¿De verdad? Bien, ¿y que estaba haciendo su vecina a las 2 de la mañana?

MARGARITA. ¿Cómo lo voy a saber yo? No me entrometo en los asuntos de la gente, ¡por favor! Es posible que todo ese jaleo la despertara. Venga, ¿qué hay de ese desayuno especial? Tina… ven aquí cuando tengas un minuto.

TINA. Margarita, tú siempre tan alegre como siempre…
MARGARITA. Ya me conoces, Tina. Sólo quiero ser una bendición. (Gran suspiro) Y estoy haciendo negocios, como siempre. No me gusta decir esto, pero soy de las primeras en la lista regional de comerciantes, de la casa de Belleza Abril. Y la persona que está en el segundo puesto obtiene un viaje pagado a las Canarias, al finalizar el año. Mi director me dijo que lo tenía chupado. Pero tengo que seguir peleando para permanecer en los puestos más altos… Es pan comido. Pero nunca se sabe… Oye, no sé si te has enterado pero creo que hay algunos problemillas en el mundo de los santos con uno de nuestros pastores locales.

TINA. Margarita, ¿no será esto un…
MARGARITA. Oye, oye, oye, escucha…la razón por la que te estoy diciendo esto es porque él es un amigo tuyo. Quizá puedas ayudarle tú, ya sabes, darle algún consejo, o lo que sea. (Tina mira a Margarita) Es Luis. Bueno, Luis y Sara.

TINA. ¿Cómo?

MARGARITA. (Mira a su alrededor) Ya me has oído. Luis y Sara están teniendo problemas en su matrimonio.

MARI CIELO. (Viene con el plato de Margarita) ¿Luis y Sara están teniendo problemas en su matrimonio?? (Algunas cabezas se giran)

MARGARITA y TINA. ¡Chisss!!!

MARI CIELO. (Susurra) ¿Luis y Sara están teniendo problemas en su matrimonio?

MARGARITA. La hermana de Sara se lo contó a su prima. ¿Conocéis a Nieves? Bien, Nieves no sabe guardar un secreto. Y… ella se lo contó a Sofía Casado, su compañera de trabajo. Y yo se lo escuché a Sofía que se lo estaba contando a unas mujeres cuando estábamos en la peluquería.

TINA. Escucha, Margarita, este es un chisme que ha pasado de boca en boca y es posible que no sea verdad o se haya distorsionado.

MARI CIELO. (Interesada) ¿Y qué tipo de problemas tienen?

MARGARITA. Por lo que he podido entender, problemas de dinero. Luis ha estado trabajando duro para sacar adelante la iglesia. Ya sabéis que esa iglesia ha tenido problemas desde hace mucho tiempo. Todo el mundo pensaba que con la llegada de Luis y Sara las cosas cambiarían por aquí y el Señor sabe que lo han intentado. (Mientras Margarita les suelta el rollo, Mari Cielo está tomando un pedido y casi sacude a un cliente que está cerca para poder escuchar cada palabra). Pero la membresía está bajando, y cada vez se da menos, ¿por qué se habrán muerto cuatro miembros este año y se habrán marchado tres? Me imagino que Luis estará un poco deprimido con todo esto. Y además, ahora que están esperando un bebé, Sara tendrá que tomarse un tiempo libre y TODO EL MUNDO SABE que ella siempre había pensado en quedarse en casa con los niños. Así que ella le estará presionando, y por lo que dicen, me imagino que él estará teniendo dudas.

TINA. ¿Dudas?

MARGARITA. Está pensando en dejar el ministerio.

TINA y MARI CIELO. ¿Nooo!

MARGARITA. Sí. Se lo está planteando; quizá no debería ser pastor… Está pasando por una “crisis de fe”.

TINA. Mira, Margarita, con todo lo que sabemos, es posible que esto sea un rumor infundado. Ya sabes cómo las historias se distorsionan… ¡No deberías comentarlo por ahí! Y aunque fuera verdad, ya sabes que todas las personas hemos pasado por algún mal momento en la vida. Deberíamos estar orando por ellos y no hablando de los detalles de sus problemas a sus espaldas.

MARGARITA. Lo sé, Tina, lo sé… Por eso te lo comento… Mari Cielo y tú podéis orar por ellos.

TINA. Ya veo. Bien, oraré por ellos. Cuenta con ello.

MARI CIELO. ¡Yo también! Yo también oraré por ellos.

MARGARITA. De acuerdo. Voy a desayunar en la mesa de Rut. Tengo algunos asuntillos pendientes con ella. (Mientras cruza a otra mesa) ¡Hola, Rut! No te imaginas de lo que me he enterado sobre uno de nuestros pastores locales.

(Mari Cielo y Tina se miran entre sí y mueven sus cabezas mientras las luces se van apagando).


ESCENA II
(Las luces enfocan fuera del restaurante. Luis y Sara entran juntos)

LUIS. (Se asoma a través del oscuro cristal del restaurante) No hay señales de vida todavía. No me acordaba de que no abren hasta las seis (mira su reloj).

SARA. (Suspira) A ver, repíteme otra vez, ¿por qué estamos aquí tan temprano?

LUIS. Bien, era obvio que no nos íbamos a volver a dormir otra vez. Me has dicho que tenías hambre y he pensado que la brisa matinal podía ser muy buena para ayudarnos a aclarar nuestras ideas.

SARA. Pues vaya con la brisa…. ¡Me estoy helando! (Se restriega las manos).

LUIS. Ven aquí, (intenta poner sus brazos alrededor de ella) compartamos un poco el calor humano.

SARA. (Se resiste) No estoy como para achuchones…

LUIS. Escucha, Sara. Está claro que tenemos serias diferencias entre nosotros. Pero vamos a encontrar una solución o un compromiso a esto... Vamos a seguir hacia delante.

SARA. El caso es que no veo en qué puntos podemos coincidir. Uno de los dos tendrá que ceder porque si no, no veo ninguna posibilidad de solucionarlo. Generalmente soy yo la que siempre cede pero esta vez no va a ser así, Luis.

LUIS. No quiero que cedas por mí, Sara. Los dos tenemos que creer que la decisión que tomamos es la correcta.

SARA. Parece que volvemos siempre a la misma historia. Aunque coja solo unas pocas semanas para cuidar al bebé y vuelva a trabajar a media jornada, no va a ser suficiente. Que nos vienen gastos extras, Luis, muchos gastos y nuestro sueldo es el que es y no se puede multiplicar más.

LUIS. Ya sé que esto no está saliendo como lo habíamos planeado.

SARA. ¿No me digas?

LUIS. Este bebé no es una sorpresa para Dios aunque lo fuera para nosotros. Sé que Dios tiene un plan para nosotros.

SARA. Bien, me gustaría ver mas claro el plan de Dios... A veces creo que haces tu propia interpretación.

LUIS. ¿Quieres que abandone, Sara? ¿Eso es lo que realmente quieres?

SARA. ¡Sí! (Pausa) No. (Pausa) No lo sé. Sólo quiero un poco de seguridad, saber que este niño va a estar bien; yo quiero cuidarlo. No quiero que nuestro bebé se pegue 12 horas en cualquier guardería.

LUIS. Sé cómo te sientes con todo esto y yo estoy de acuerdo contigo. Si las cosas fueran un poco mejor en la iglesia, sé que podríamos pasar este bache. Sé…

SARA. Luis, no estás siendo realista. Aunque hubiera unas donaciones de última hora, la situación se mejoraría en un veinte por ciento y sólo nos llegaría para pagar las facturas de la luz a tiempo. ¡Eso no significaría que tuvieran suficiente dinero como para que te pagaran regularmente un salario! Estamos en una situación muy mala. Estás a disposición de los feligreses las veinticuatro horas del día los siete días de la semana. Pasas más de catorce horas al día fuera de casa cuidando de las necesidades de una congregación medio muerta, que obviamente se está apagando. Ya sabes: agua estancada no mueve molino.

LUIS. Recuerda nuestra misión, Sara.

SARA. ¿Realmente era nuestro objetivo? ¿Lo era? ¿O simplemente creía lo que tú decías?

LUIS. Pensaba que compartíamos una visión: un próspero hogar de iglesia, donde la gente se alentara espiritualmente y creciera cerca de Dios.

SARA. ¿En esta ciudad? Luis, es hora de dejar de soñar. Tú mujer embarazada te está apoyando mientras tú estas volando entre nubes de algodón.

LUIS. Yo…

SARA. Sabes lo que te digo: que no tengo mucha hambre. Me voy a casa. (Se marcha)

(Luis comienza a seguirla, se para, arrastra los pies un minuto o dos. Se sienta, si hay algún lugar para sentarse. Sainz entra. Está ahí para abrir el restaurante.)

SAINZ. ¡Eh, pastor!

LUIS. ¡Ah! Hola Sainz.

SAINZ. ¿Qué hace aquí tan temprano? ¿Trabajando ya?


LUIS. Sí ya sabes. No hay descanso para los trabajadores.

SAINZ. ¿Todo va bien? Quiero decir, ¿hay algún problema?

LUIS. No, que yo sepa.

SAINZ. ¿Le apetece un café? Necesito preparar algunas cosas antes de abrir pero puedo prepararle una taza si quiere.

LUIS. No estaría mal. Gracias. Pero por favor, tutéame. (Sigue a Sainz dentro, se quita el abrigo, toma una silla o una banqueta).

SAINZ. Muy bien. (Pausa) Menudo invierno estamos teniendo, ¿verdad? No recuerdo ningún año que nevara tanto antes de Navidad.

LUIS. Sí, la factura de la calefacción ha sido altísima tanto en casa, como en la iglesia.

SAINZ. ¿Adivina quién estuvo ayer aquí? (Luis mueve la cabeza) Miguel Ruiz. Creo que era la primera vez que salía después de… ya sabes… de que su mujer falleciera.

LUIS. Me alegra oír esto. Necesita salir y estar con la gente. Lo llamé la semana pasada.

SAINZ. Pobre hombre, todavía está muy sensible. Las heridas son muy recientes (Sainz le da una taza a Luis).

LUIS. Debe de ser duro perder a alguien que amas. (Pausa) Es curioso como después de tantos años juntos, Miguel y Olga parecían dos gotas de agua.

SAINZ. Sí, sé lo que quieres decir. Carla y yo sabemos lo que va a decir el otro antes de que termine. (Luis asiente) No sé lo que haría sin ella. (Pausa) ¿Cómo está Sara?

LUIS. Bueno… está bien.

SAINZ. Es muy emocionante esperar a un nuevo miembro en la familia… especialmente si es el primero. (Le da una palmadita a Luis en la espalda).

LUIS. Sí, es emocionante (suspira) pero da un poco de miedo.

SAINZ. No te preocupes vas a ser un padre excelente. Si la paternidad la llevas tan bien como tus sermones o como Sara cuida a sus enfermos, el niño va a salir perfecto.

LUIS. ¿De verdad?

SAINZ. ¡Seguro! Tanto Sara como tú sois de lo mejorcito que nos ha llegado nunca a esta ciudad.

LUIS. No estoy muy seguro de eso…

SAINZ. Pues yo sí. Luis, aquí has dejado un gran impacto. Los dos sois una buena influencia. Quizá no lo veas tú, pero yo sé cómo eran las cosas antes de que vinierais.

LUIS. Es gracioso que lo menciones porque… últimamente me he estado preguntando si verdaderamente estoy haciendo el trabajo de Dios aquí. Hay veces que te desilusionas mucho.

SAINZ. (Piensa por un momento) ¿Qué es lo que los pastores hacen cuando se sienten desanimados?

LUIS. Para empezar, oran un montón.

SAINZ. Bien, puedo mencionarte por lo menos una docena de personas a las que ayudaste el año pasado: Cecilia de la Fuente, Mateo Somoza y su mujer, y también me acuerdo de Mercedes Álvarez…

LUIS. Aprecio lo que estás intentando hacer, Sainz. Pero no quiero ayudar solo a la gente. Quiero ver cómo la gente cambia y se transforma por el amor de Dios. Él me llamó a esta ciudad para hacer una diferencia aquí, no para impresionar a la gente con lo buen chico que puedo llegar a ser.

SAINZ. (Pausa) ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

LUIS. No lo sé. Ora por mí, Sainz. Pídele a Dios que me dirija.

SAINZ. Eso está hecho.

(Las luces se van apagando. Se sugiere la canción “I have Been there” de Mark Schultz. En el momento en que la letra de la canción se refiera a las situaciones personales por las que están pasando los personajes se pondrán en una zona con luz en el escenario. El autor cambió la letra referente al bebé).


ESCENA III
(Se encienden las luces y el restaurante está lleno. Todos los personajes están en toc excepto Tina que va atendiendo a los clientes de aquí para allá y dirige la audiencia.)

TINA. Estos dos últimos días ha estado bastante lleno. El negocio va bien. Estoy supercontenta. Estoy de suerte. (Mira a sus pies, o se los restriega). La Navidad está en plena marcha. Hay un buen espíritu en el ambiente pero al mismo tiempo la gente está un poco nerviosa, se siente más estresada cuando llegan las vacaciones. Ya sabéis cómo va esto. Hay que comprar regalos para tus buenos amigos, no olvidarse del primo Óscar para que no se sienta mal y naturalmente… del resto…

(Se acerca a una mesa en la que está sentada una familia) Hablando de nerviosismo, aquí tenemos a esta familia que se podría beneficiar de la simplicidad en sus vidas. Ya veréis lo que quiero decir. Pero no puedes ir diciéndole estas cosas a la gente, me entendéis, ¿no? Algunas cosas se tienen que aprender por el camino difícil.

(Se acerca hasta un hombre solo) Estoy tan contenta de que Miguel empiece a salir otra vez. No tiene mucho que decir. Todos sabemos que todavía se lamenta por la pérdida de su esposa. No se puede perder a un ser querido con el que has estado 30 años y no llevar ese dolor contigo durante un largo tiempo después.

Allí están Ángel y Fran- nuestros hombres de la ley. Lo mejorcito de esta ciudad. Son buenos chicos pero nos encanta darles trabajo. Ángel perdió a su hijo en Bosnia hace un tiempo. No estoy segura de que vuelva a ser el mismo.

Lucía y Félix tuvieron gemelos hace tres meses. Si a esto unimos los otros cuatro hijos que ya tienen en casa, estoy segura de que estarían contentos de tomarse un pequeño descanso.

Bueno, y ya conocéis al resto. Tantas personas únicas, representadas en este local. Siempre me sorprenden un poco las diferentes personalidades, con sus diferentes circunstancias que podemos encontrar en lugares tan comunes como éste. Esto me hace pensar que algunos de esos encuentros tienen que estar dirigidos por el buen Señor de arriba. Y quizá, algunas cosas suceden simplemente por casualidad… quién sabe.
Bien, aquí vamos de nuevo otra vez (cuando dice esto, la acción empieza en el local)

MARTA. Yo quiero un móvil nuevo – uno de esos que saca fotos y que te cabe en la palma de la mano. También necesito un portátil para la escuela, pero esto no va a entrar en la lista de regalos de Navidad, ¿eh? Mi profesor de gimnasia nos ha recomendado unas deportivas Keni Pero esto es una cosa necesaria también que…

CRISTINA. Yo quiero la Barbie que tienen Mónica y Bea y te la he pedido hace mucho tiempo ya. Además, mamá, creo que Marta me ha cogido algunas barbies de mi cuarto, ya sabes lo obsesionada que está con mis cosas. Ya que estamos hablando de regalos de Navidad, había pensado que me podríais regalar un ordenador... A Marta le comprasteis uno cuando tenía doce años y…

MARTA. ¡Vaya! Yo era mucho más madura que tú a los doce, Cristina. Y no estoy obsesionada con nada, especialmente con nada que sea tuyo.

MADRE. Vale, vale, niñas… no discutáis. Hasta ahora todo ha ido muy bien, tengamos la fiesta en paz, ¿eh?

CRISTINA. Mamá, tú me prometiste un ordenador para mi cuarto cuando cumpliera doce años. Y hace tres semanas que he cumplido doce años. Así que, ¿cuándo me lo vas a comprar?

PADRE. ¡Cristina! No uses ese tono de voz cuando te dirijas a tu madre.

MARTA. ¡Vaya! Todos estáis cambiando de tema. Estábamos hablando de mi carta a los reyes magos. Estaba diciendo que iba a ir a la autoescuela al próximo año y que sería un buen momento para pensar qué tipo de coche me podría ir bien…

MARI CIELO. (Llega con una bandeja de cosas) Aquí estamos – dos salchichas con salsa y galletas, unos huevos revueltos, tortitas de mirtillo, dos tostadas y un poco de jamón. Entonces, cómo era…

MARTA. ¡Ay! A mí no me gustan los huevos revueltos y además están mezclándose con la salsa. (Ásperamente) Pedí que la salsa estuviera en un lado.

CRISTINA. ¿Y mi jamón? Le he pedido que estuviera crujiente.

MARI CIELO. De acuerdo, tesoros, ahora…

MARTA. ¿Qué? ¿Qué es…? ¿Qué hay en esta salsa? ¿Es un bicho? ¡Creo que es un bicho!

MARI CIELO. (Intentando ver en el plato) A ver, déjame…

CRISTINA. ¡Ostras! ¡Que sí!, hay un bicho en la salsa de Marta.

PADRE. ¡Cálmate, Cristina! Cálmate un poco. Déjame ver…

MARI CIELO. No creo que sea un bicho…

Marta. ¡Vete! ¡Vete ahora mismo! ¡Papi! (Las dos chicas empiezan a chillar)

MADRE. Santi, cariño…

SAINZ. (Saca su cabeza fuera) ¿Qué es lo que pa…?

MARI CIELO. (Coge el plato) ¡Mira! Es un trozo pequeño de salchicha lo que está en la salsa, justo ahí. ¿Lo ves? No es un bicho (a todo el mundo) ¡No es un bicho!

CRISTINA. ¡Vaya!

PADRE. Bien, entonces…

MARTA. ¿Podría ponerme la salsa a un lado y los huevos mas hechos, como lo había pedido?

MARI CIELO. (Secamente) Naturalmente, maja.

MADRE. Venga, por favor, comamos, ¿vale? Va a ser un día muy divertido, ¿eh?

MARI CIELO. (Le da el plato a Sainz) Dame dos huevos más hechos, Sanz, y ¡quema ese jamón!

TINA. (Ha estado observando la escena- va a sentarte con Miguel Ruiz) ¡Hola, Miguel! Es agradable volver a verte. ¿Qué tal estás?

MIGUEL. Bien, dando una vuelta por ahí, Tina…. A ver si me despejo un poco.

TINA. Me imagino. (Pausa) ¿Tus hijas? ¿Han estado por aquí?

MIGUEL. Maite me llama cada día. Imagínate, está preocupada por su viejo padre. Y Mª Jesús vino la semana pasada. Estuvo limpiando el armario de su madre; ha guardado algunas cosas y ha dado el resto a Caritas. (Pausa) Parece tan vacío…

TINA. ¿El armario?

MIGUEL. El armario y todo lo demás. (Pausa) No sé si voy a estar mucho más tiempo allí. Todo parece tan… no lo sé… me siento perdido en esa casa sin ella. Parece tan grande... Incluso huele de otra manera desde que Olga se ha ido. ¿No te parece una locura?

TINA. No, Miguel.

MIGUEL. No estoy seguro de lo que voy a hacer. Hay muchos recuerdos en esa casa. Por un lado me asusta la idea de tener que irme pero es que a veces los recuerdos son tan dolorosos…

TINA. Todavía es pronto. No deberías tomar ninguna decisión. Escúchame. En esta ciudad hay mucha gente que se preocupa por ti. Y yo soy una de ellas. Estamos aquí para ayudarte.

MIGUEL. Gracias Tina, ya lo sé. (Echa unas lagrimitas) Perdona, pero es que es muy duro hablar de esto…

TINA. ¿Has pensado en hablar de esto con alguien… quizá con el Pastor Luis?

MIGUEL. Alguna vez. Pero me pongo tan… Me resulta muy duro.

TINA. No te avergüences de lo que sientes, Miguel. Eres humano. Y has tenido una gran pérdida. Todos pensaríamos que no sería normal si no estuvieras así.

MIGUEL. Gracias, Tina. No sé… Si no tuviera la seguridad de que voy a volver a ver a Olga algún día… No sé cómo podría… (Se esfuerza por mantener la compostura)

TINA. Sí.

MARI CIELO. (Viene y le pasa la mano por los hombros) Es bueno verte de nuevo, Miguel. Te he echado en falta.

(Entra Paco y Luis le sigue muy de cerca. Saludan cuando entran)

TINA. Buenos días, chicos.

PACO. Va a hacer mal tiempo hoy. Tenía que ir hacia el este esta mañana pero la radio dice que hay una tormenta de hielo en la costa que está causando toda clase de estragos. El hombre del tiempo dice que se dirige hacia aquí.

(Mientras, Paco entra y hace su anuncio en el restaurante –esto funcionará mejor si a Paco se le ha asignado desde el principio un puesto fijo en el restaurante-, encuentra que hay un hombre sentado en su asiento. Paco se acerca a su asiento y se pone al lado intimidando al hombre hasta que éste se da cuenta de que está en su asiento y se levanta para que Paco se siente.)

RICARDO. Justo lo que queríamos oír, Paco. Gracias. (Algunas risas)

PACO. Espero que no se ponga peor. Es duro tener que ganarse la vida cuando no puedes ir a trabajar.

SAINZ. (Saca la cabeza fuera de la cocina) Si quieres te puedes quedar con mi trabajo, Paco. ¿Qué te parece si hacemos el cambio ya? A Tina no le importaría, y yo estaría libre en la carretera, viendo el paisaje, encontrándome con muchas personas… (Hace un sonido de camión) ¡El rey de la carretera!

MARI CIELO. Con lo enano que eres te tendrías que comprar un equipo de escalada para subir al camión o mejor… por qué no te instalas un ascensor en la parte trasera del camión para poder subir, Sanz.

PACO. ¡Huy!

TINA. Vale, Mari Cielo, eso no…

SAINZ. (Poniéndose en el camino de Mari Cielo) Bueno, ya está bien. (Tira un paño al suelo) ¿Cuántas veces te he pedido amablemente que no me llames Sanz? ¡Me llamo SA-INZ!

MARI CIELO. (Al principio se inclina para hablar mirándole a la cara a Sainz, después se gira e intenta evitarlo) Sainz, Sanz, San, BOM - SAINZ… Tengo problemas para acordarme cómo tengo que llamarte.

SAINZ. (Coge una silla y la planta en su camino. Se sube y le pone el dedo en la frente señalándola) Bien, ahora escúchame a mí… Tú… Tú… ¡La prima de Zumosol! ¿Qué pasa, que hay poco aire allá arriba que te impide que te funcione el coco, o qué? Me he portado muy bien contigo estos últimos días. ¿Por qué tienes que chincharme siempre?

TINA. Sainz, bájate de la silla. Mari Cielo, ya sabes lo que le irrita cuando le llamas de diferentes formas. ¿Por qué le haces eso? (Mira a su alrededor) ¿Paco? ¿Luis? ¿Podríais ayudarme, por favor?

MARI CIELO. Vaya, parece que vienen refuerzos. Está claro que queréis intimidarme y acorralarme. Ángel, ¿no crees que deberías ponerle las esposas a aquí, el amigo y llevártelo al cuartel? (Ángel se ríe y se levanta como si fuera a coger a Sainz.)

LUIS. Me encanta venir aquí, chicos; siempre me hacéis reír.

SAINZ. ¡Cuidado porque puedo llegar a ser tu peor pesadilla! (Se baja de la silla) Y si sigues llamándome así, lo sabrás.

TINA. (Le señala a Paco) No sé por qué pero tu presencia, de alguna forma, hace que estos dos se calmen.

MARI CIELO. (Le sonríe dulcemente a Paco) Él sabe sacar lo mejor de mí misma, ¿verdad?

(Entra Margarita como siempre, haciendo ruido para que todo el mundo se entere)

MARGARITA. Hola, holita… Buenos días a todos… Ángel, Ricardo… Vaya, vaya… parece que me he perdido lo mejor. ¿Qué es lo que me he perdido, Tina? Cuenta, cuenta…

TINA. Sólo un una pequeña disputa amistosa, pero ya está todo arreglado. Ya se ha terminado.

MARGARITA. Ah, hola pastor Luis. ¿Cómo está? (Se dirige a Luis, saludando a otros en su camino) Hola Mary. Ey, Santi, oye, atención porque hay una epidemia de fiebre por ahí y quizá os vendría bien algún suplemento vitamínico de los que vendo. Mari Cielo, me voy a sentar aquí un rato con el pastor Luis.

LUIS. Buenos días, Margarita. (A Mari Cielo) Tomaré lo de siempre, Mari Cielo.

MARGARITA. Entonces, pastor, ¿cómo estamos? Y, ¿cómo está su encantadora mujer, Sara?

LUIS. Bien, gracias, estamos bien.

MARGARITA. No hemos tenido la oportunidad de charlar últimamente, y hay algunas cosas de las que me gustaría que estuviera al corriente.

MARI CIELO. (Se acerca con café para los dos) Aquí tenéis. ¿Qué vas a tomar, Margarita? El especial de hoy es revuelto de maíz.

MARGARITA. Bien, me parece bien. Por cierto, Mari Cielo, ¿tienes ya listo tu pedido de Belleza Abril? No sé si te habrás dado cuenta pero hay una esencia nueva en el catálogo. Se llama “Extracto de almendra tostada de avellana”. Es divino (se gira hacia Luis) ¡Huy! Perdón por la expresión, pastor. (Se ríe de su propio chiste) Aquí tienes una muestra, Mari Cielo.

MARI CIELO. Gracias, Margarita. Ya te pasaré mi pedido.

MARGARITA. Bien, hay algo que me preocupa y que me gustaría compartir con usted, Pastor Luis. Quería asegurarme si sabía que a Alfonso Torres le acaban de diagnosticar un cáncer y conociendo a Alicia, me imagino que no se lo habrá tomado muy bien. Y a Elena Díaz, la pilló la policía robando en unos almacenes; se va a enterar toda la ciudad y he pensado que usted lo tendría que saber el primero. He recibido una postal de Carmen y María Sánchez – se lo están pasando muy bien en Florida pero la espalda de María le ha vuelto a dar problemas. No sé cómo afectará esto a su viaje… (Pausa) ¡Ah! Y mi vecina, Conchita Moros… Conoce a Conchi, ¿no? (no espera una respuesta) La pobre mujer está hecha un trapo. Su padre ha estado muy enfermo últimamente y ahora se acaba de enterar de que su hija que va al instituto está embarazada. Lo que pienso es que esa chica no ha tenido una buena educación de pequeña. Conchi no estaba en casa la mitad del tiempo porque tenía que cuidar a su padre enfermo. Ahora su hijo se ha juntado con unos compañeros del instituto no muy buenos y creo que toma drogas, aunque tampoco lo sé a ciencia cierta. Me parece intuirlo cuando hablo con Conchi, ya me entiende, ¿no? Viviendo al lado no puedes evitar percatarte de muchas cosas. Así que creo que la iglesia podría ayudar a Conchi de alguna forma… El Señor sabe cuán urgentemente necesitamos un programa de jóvenes para todos los adolescentes de la ciudad. ¡No hay nada para ellos! ¿Habrá alguno pronto? (No espera una respuesta) Oiga, ¿quizá podría ir a hablar con Conchi alguna vez o quizá Sara podría invitarle a comer o algo así…

LUIS. Bueno, Margarita, creo que no conozco a tu amiga, pero estoy seguro de que estará agradecida de confiar en alguien como tú. Quizá podrías invitarle tú a comer e invitarle a la iglesia…

MARGARITA. (Cogida fuera de juego) ¿Yo? Pues no se me había ocurrido… Sólo quiero ser una bendición. ¿Lo sabe? ¿Eh, pastor?

LUIS. Naturalmente, Margarita. Oraré por tu amiga. (Intenta darse la vuelta)

MARGARITA. Todavía no he terminado. Hay otra cosa importante que quisiera compartir con usted. Me he enterado por una fuente muy fiable que hay un hombre de una posición importante que se ve regularmente con una jovencita aquí, en nuestro barrio.

LUIS. Y, ¿qué es lo que quieres decir?

MARGARITA. Me parece que la única forma de entendernos es que hablemos sin rodeos. (Gran suspiro) ¡Que está casado! Y me imaginé que le gustaría estar al tanto de estos comportamientos inmorales que están sucediendo delante de nuestras narices en nuestra pacífica comunidad.

LUIS. No estoy seguro de que…

MARGARITA. Mire, pastor, realmente pienso que es su responsabilidad el… el…

LUIS. ¿El qué, Margarita? ¿Ser un detective? Creo que ese puesto ya lo has cubierto tú. Yo no soy el policía del departamento espiritual. ¿Conozco a esas personas? ¿Las conoces tú?

MARGARITA. Me imaginé que le gustaría estar informado.

LUIS. Naturalmente que no estoy de acuerdo con ese tipo de cosas y me encantaría ayudar a esas personas SI tu información es exacta y SI ellos quisieran que yo les ayudara. Pero no sería apropiado por mi parte llevar a cabo una caza de brujas y echarlos fuera de la ciudad.

MARGARITA. (Medita por un rato lo que le acaba de decir) Ya veo. Bien, pastor Luis, me parece que no tenemos nada más de qué hablar. Necesito hablar con alguien más por aquí. (Mira a su alrededor) Ha sido un placer. (Su voz se alza gradualmente ahora) Y quiero que sepa que estoy al tanto de su situación y de sus cavilaciones recientes.

LUIS. ¿Perdón?

MARGARITA. (Casi chillando) Sí, usted y Sara, y sus problemas matrimoniales y su depresión y todo lo demás… Pero, no se preocupe, todo va a salir bien. (Se va) Belén, ¿has visto el nuevo catálogo de Belleza Abril? Mira, por casualidad llevo uno conmigo…

LUIS. (Hablando consigo mismo) ¿Es que todo el mundo en esta ciudad está enterado de mis asuntos personales?

TINA. (Se acerca a Luis) Luis, considera la fuente. Fíjate en quién te lo ha dicho, ¿vale? Venga, ¿cómo te va?

LUIS. (Todavía un poco agitado) Me va bien.

TINA. Vale, vale.

LUIS. Estoy siendo muy paciente… ya sabes, esperando que Dios me dé algunas respuestas.

TINA. Estupendo. Estás en una ciudad muy dura, pero admiro la perseverancia que siempre has demostrado.

LUIS. Me sentía tan seguro de que éste era el lugar en el que Dios quería que Sara y yo estuviéramos…

TINA. Quizá todavía lo sea – o quizá Dios te quiere usar en algún otro lugar o de alguna otra forma. Él te lo mostrará.

(Entra Pilar. Mari Cielo va a saludarle)

MARI CIELO. Buenos días. ¿Mesa para uno?

PILAR. Para dos, por favor. (Se sienta)

MARI CIELO. ¿Puedo traerle mientras tanto algo para beber?

PILAR. Zumo, por favor.

MARI CIELO. ¿Le gustaría pedir algo más o va a esperar a su amigo?

PILAR. (Mira el reloj) Creo que esperaré. (Una familia o algunas personas se marchan mientras Pilar espera. Después suena el móvil.) ¿Diga? ¡Hola! No, acabo de llegar. ¡Aja, aja… hum… hum… ¿Cuánto tiempo? (Da un gran suspiro, mueve su cabeza) No, no creo que sea necesario. (Mira a su alrededor, después se levanta y se aleja de la zona más bulliciosa para continuar con la conversación. Por casualidad se sitúa cerca de Luis que escuchará parte del diálogo.) Porque (Pausa) Porque había planeado decírtelo esta mañana… que no quiero verte nunca más. (Pausa) No, escúchame a mí. Esto ya no puede ser. No puedo seguir con esto. (Pausa) No, tú no quieres entender lo que intento decirte. No puedo continuar como hemos estado yendo. Se acabaron las promesas o el no saber cuándo te voy a ver la próxima vez… Es sobre mí… Es sobre tú y yo juntos… Nuestra relación y sobre lo que está construida me está matando por dentro. Yo… Yo no quiero que mi vida sea así. (Pausa) Fernando, ha sido un error desde el principio. (Pausa) No, es demasiado tarde para eso. Eso ya no importa más. (Pausa) ¿Loca? No, creo que este es el mejor momento de lucidez que he tenido en mucho tiempo. (Pausa) No, no vengas aquí. No hay nada más de qué hablar. (Pausa) Estoy completamente segura. Adiós (Termina la conversación y después regresa a la mesa para sentarse. Comienza a llorar discretamente.)

MARI CIELO. Aquí está su zumo. ¿Todavía quiere esperar a… (se da cuenta de las lágrimas) ¿Está bien, corazón?

PILAR. (Intenta recomponerse) Estaré bien. Cuando termine el zumo me marcharé. Mi amigo no puede venir. (Empieza a llorar)

MARI CIELO. ¿Te gustaría hablar de algo?

PILAR. No, estoy bien, de verdad.

(Mari Cielo se marcha, no muy segura de si tendría que hacer algo más. Luis ha estado observando a Pilar. Mari Cielo mira a Luis y le hace señas con la cabeza y le mira como diciéndole que tendría que hacer algo. Se sugiere la canción: “My Herat Goes Out” de Warren Barfell. La canción puede ser interpretada o cantada por Luis. Al final de la canción, Luis se acerca a Pilar.)

LUIS. Perdone, ¿se encuentra bien?

PILAR. Sí, gracias, estoy bien.

LUIS. Perdóneme por decir esto, pero no suena muy convincente.

PILAR. (Sonríe un poco entre lágrimas) La verdad es que nunca he sido muy buena actriz.

LUIS. Me gustaría ayudarle. (Pausa) No sé lo que le ha puesto así pero sí que puedo decirle que Dios lo sabe. Y Él quiere ayudarle en aquello por lo que está sufriendo.

PILAR. ¿De verdad?

LUIS. De verdad. De eso estoy seguro. Dios le ama.

PILAR. (Gran suspiro) ¿Le gustaría sentarse…?

LUIS. Soy Luis. (Extiende una mana para estrechársela, después se sienta)

Se sugiere la canción: “Spoken For” de Mercy Me. Mientras suena la canción, vemos como Luis y Pilar conversan, miran las escrituras y hacia el final de la canción oran juntos. Las luces se van apagando a medida que termina la canción.


ESCENA IV

Se encienden las luces del local. Tina y Luis son los únicos presentes. Tina está dejando todo listo para cerrar el local.

TINA. Y, ¿qué es lo que te dijo?

LUIS. Me ha contado cómo creció en la iglesia, cómo se fue alejando de la fe de Jesús cuando era una adolescente y una jovencita. Ella cree que Dios le estaba diciendo algo en cuanto se dio cuenta de que mantenía una relación con un hombre casado. Pero intentó con todas sus fuerzas ignorar esa suave voz. Luego, cuando me acerqué a ella y empecé a hablarle sobre el amor de Dios, sabía que era la hora de dar su corazón a Jesús. Sabía que Dios me había enviado para hablar con ella.

TINA. Luis, eso es muy emocionante. Me encanta escuchar ese tipo de historias.

LUIS. Ojalá hubieras visto su cara, Tina. Todo su semblante parecía cambiar. Mientras hablábamos y orábamos es como si hubiera estado viendo la luz de Jesús que empezaba a brillar en ella y a través de ella. Y luego, oramos juntos.

TINA. ¡Qué bien! (Pausa) Esto tendría que darte un poco de entusiasmo también, Luis. ¿No te das cuenta de que Dios te ha usado hoy?

LUIS. Esto es por lo que he estado orado… desde hace mucho tiempo. Pero todavía no sé… Me gustaría que Dios me mostrara claramente dónde me quiere. Esta ciudad, esta gente… las siento como mi propio hogar. Pero si ésta es la voluntad de Dios, ¿qué es lo que debería hacer, Tina, con Sara y el bebé? Necesito mantener a mi familia.

TINA. Luis, no te preocupes. Si Dios te quiere aquí en esta ciudad, es suficientemente poderoso para cuidaros desde todos los puntos de vista. Confía en Él y no pares de buscarlo.

LUIS. Creo que he orado más en los tres últimos meses que en todos los años que estuve en el seminario.

TINA. La oración es algo maravilloso. No te olvides de escuchar, así como de hablar mientras oras.

LUIS. ¿Hum?

TINA. Una buena conversación para que funcione necesita de una persona que escucha y otra que hable. Pero si sólo habla una, no sería ya un diálogo sino un monólogo y eso, no estaría bien.

LUIS. Sí, Tina… tienes razón.

(Tina continúa limpiando. Luis toma una Biblia y empieza a orar. Se sugiere la canción: “Word of Gos Speak” de Mercy Me. Esta canción podría ser cantada por Luis o por otra persona mientras lee y escucha a Dios.)


ESCENA V

Se encienden las luces y hay unas cuantas personas en el salón de Tina. Mari Cielo, Sainz y Tina se arremolinan, un poco aburridos. Paco está allí y uno o dos más. Sara está allí vestida de enfermera)

PACO. Nunca he visto este lugar tan muerto.

MARI CIELO. Ya sabes, es la tormenta de nieve. (Mira afuera y se estremece) La mayoría de la gente con dos dedos de frente está en su casa. ¿Qué pasa? ¿Eso no nos incluye a nosotros, o qué?

TINA. No creo que en estos días tengamos mucho trabajo. Si queréis, (a Mari Cielo y a Sainz) uno de los dos se podría ir a casa.

SAINZ. No me lo digas dos veces. Oye, Sara, ¿quieres que te acerque a casa? No me cae muy lejos.

SARA. No, gracias. Luis va a venir aquí. Tiene que estar al caer.

MARI CIELO. (A Sara) ¿Has tenido un mal día hoy, tesoro?

SARA. No. El hospital estaba bastante tranquilo. No ha habido muchas urgencias.

MARI CIELO. ¡Debe hacer mucho frío también para los gérmenes! (Se ríe de su propio chiste)

SAINZ. Oye, eres casi tan graciosa como un ataque de corazón, ¿lo sabías, Mari Cielo?

TINA. Sainz, no arruines la paz y la quietud. Para una vez que estábamos bien…

LUIS. (Entra, parece muy excitado, se quita el abrigo, saluda a los otros, etc.) ¡Hola, cariño! (La besa) ¡Guau! ¡Hace un frío que pa’ qué! Mari Cielo, ¿me podrías preparar algo calentito?

MARI CIELO. Marchando.

SARA. ¿Qué…

LUIS. Tenemos que hablar, Sara.

SARA. Lo sé. Hay cosas que tenemos que solucionar.

LUIS. Sí, desde luego. Pero antes de nada, tengo que pedirte disculpas. Necesito…

SARA. No, no tienes que pedirme disculpas, Luis. Yo tendría que ser la que te las pidiera a ti. Te he cargado con muchos quebraderos de cabeza cuando ya estabas llevando muchas cosas.

LUIS. No, no. El error ha sido mío. Quería tanto ver a Dios hacer su trabajo aquí, en esta ciudad, que estaba intentando… ayudarle, ¿sabes?

SARA. Pero yo…

LUIS. No. Escúchame, Sara. Creo que la visión que Dios me dio… que nos dio… era auténtica. En esta pequeña comunidad queda mucho por hacer. Dios está trabajando en los corazones y las vidas de la gente aquí.
Pero quería ver cosas ya. Ya sabes que no siempre soy muy paciente… En algún momento del camino, empecé a tomármelo como una responsabilidad personal para que funcionara. Y en ese proceso olvidé mis prioridades. Estaba yendo hacia delante con mis planes y pidiendo a Dios que los bendijera, en lugar de buscar su voluntad y esperar el momento. Tendría que saberlo.

SARA. Está bien, Luis.

LUIS. No, no está bien. He estado tan ofuscado en el trabajo que no me daba cuenta de que no tendría que ser así. Pero estos dos últimos días han sido muy buenos… muy buenos. Dios me ha confirmado que éste es el lugar en el que tenemos que estar, Sara. Éste es nuestro hogar. Y Dios nos está usando a los dos aquí. Pero tengo que volver a ordenar mi lista de prioridades. Primero Dios. Después tú y el bebé. El trabajo en la iglesia viene luego. Estoy convencido de que si sinceramente buscamos a Dios con todo nuestro corazón, tanto personalmente, como en familia, todo estará en su sitio. Dios bendecirá nuestros esfuerzos aquí, en esta ciudad. Ya ha empezado…

SARA. Estoy contigo, Luis. Somos un equipo… hasta el final.
LUIS. Te quiero, Sara, más de lo que te puedas imaginar.

SARA. Yo también te quiero. Y quería decírtelo desde hace mucho… Siento tanta paz que me tranquiliza… Sé que todo está en las manos de Dios, que todo saldrá bien.

LUIS. Tiene gracia que digas eso… (Sara le mira con cara de interrogación) Estaba muy ocupado hoy en la iglesia… viendo qué horas del ministerio podría abandonar para conseguir algún trabajo extra y no paraba de recibir visitas.

SARA. ¿Y?

LUIS. Vinieron un par de personas. El primero fue Miguel Ruiz. Tuvimos una charla muy profunda… una buena charla en la que me abrió su corazón, Sara. Y creo que ha solucionado algunos de sus asuntos espirituales.

SARA. Me alegro mucho.

LUIS. Todavía tiene un largo camino que recorrer antes de curar las heridas pero va adelante. Estoy seguro de eso. Y justo después de que Miguel se fuera vino alguien más. (A todos) Creo que a todos os gustará escuchar esto. (Todos se giran hacia él) Le estaba diciendo a Sara que uno de nuestros hombres de negocios vino a verme hoy. Tenía varias cosas que decirme. La más importante era para expresarme la fe que tiene en todo lo que estamos intentando conseguir en la iglesia, Sara. Cree que Dios está trabajando a través de nosotros y le gustaría ser parte de esto. Hablamos durante un buen rato sobre las necesidades de la iglesia y de cómo podía ayudar, y planeamos algo.

SARA. ¿Un plan?

LUIS. Sí, un plan financiero, que él realizará. Va a abrir un fondo a nombre de la iglesia, incluyendo algunas inversiones sólidas que él supervisará personalmente. Básicamente este plan suplirá las necesidades financieras de la iglesia para los dos o tres próximos años, incluyendo el salario de un pastor a tiempo completo.

SARA. ¡Oh, Luis! (Se le echa al cuello)

LUIS. Esto nos dará tiempo para terminar algunas de las cosas que hemos empezado, si Dios quiere.

TINA. Pero, ¿quién… ¿quién es este hombre?

MARI CIELO. Síiiiiiii, vas a matarnos de la curiosidad. ¿Quién es ese señor tan generoso?

LUIS. Lo siento, pero no os lo puedo decír.

TODOS. ¿Por? (Exclamaciones de unos cuantos)

LUIS. Este ha sido uno de los requisitos que me ha pedido. Insistió en que quería quedar en el anonimato.

SAINZ. ¡Nooo!

SARA. ¡No me lo puedo creer! ¡Es maravilloso!

TINA. ¡Dios es maravilloso! Sólo quiero ver a Margarita cuando se entere de esto. Le va a fastidiar mucho no saberlo.

MARI CIELO. ¡Esto si que es una feliz Navidad!

SAINZ. ¡Que Dios os bendiga a los dos!

La gente empieza a felicitar a Luis y entre ellos mismos, con palmaditas en las espaldas. Mari Cielo y Sainz se miran cara a cara, hacen ademán de abrazarse, dudan pero al final deciden abrazarse. La gente se queda en un segundo plano con las felicitaciones para dejar a Luis y Sara solos otra vez.

SARA. Esto es tan maravilloso, Luis…

LUIS. Hay algo más que tengo que decirte. Quizá no te he parecido muy entusiasmado con la idea de tener este bebé… pero sólo quería decirte lo contento que estoy. Sé que nos cogió de sorpresa, pero estoy muy emocionado con la llegada del bebé. Vas a ser una madre maravillosa – ya lo eres. Y yo quiero ser un buen padre… un buen ejemplo para él.

SARA. Vas a ser un padre maravilloso, Luis. Lo sé. (Se toca el vientre) Nuestro bebé… nuestro pequeño hijo.

Se sugiere la canción: “Welcome to Our World” de Chris Rice. Las dos primeras líneas las cantará Luis a Sara y al bebé. (Yo cambié la letra un poco). Los restantes versos los puede cantar alguno de los clientes del restaurante: Paco o Tina – que se cantan a un belén, o a unos personajes reales de José, María y el niño que entran al escenario y se sientan en la parte de abajo mientras las luces se van apagando en el restaurante. Al final de la canción, la escena se congela mientras Tina se dirige a la audiencia por última vez.

TINA. Una de las cosas que aprecio más de este trabajo es que al cruzarme con tantas historias, al saber de sus penas y sus alegrías y de cualquier otro aspecto de sus vidas… la mía, mi vida, se ha entrelazado con las suyas. A muchos los aprecio como a mi propia familia y los quiero un montón.
Y naturalmente, no puedo dejar de recordar la razón por la que se celebra Navidad (señala al niño Jesús). Varios aquí en el restaurante han dado la bienvenida a Jesús de igual forma en la que ellos me la han dado a mí. Le han invitado en sus dolores y penas. Le han invitado en sus luchas en la vida y dolores. Y le han invitado en sus jubilosas celebraciones. Una cosa que puedo deciros es que aquellos que le invitan no se sentirán decepcionados. Es por eso que Él vino. Recordad que siempre seréis bienvenidos al Rincón de Tina: donde el café siempre está a su punto y las sonrisas son acogedoras. ¡Feliz Navidad a todos!

(Se apagan las luces)
Share:

ENTRA Y GANA

get-fans-468x60

Vistas de página en total

CONTADOR

Popular Posts

Labels